lunes, 18 de julio de 2011

Crónica de los primeros 20 kilómetros madrugadores

Corredores protestaron por el retraso de 15 minutos

Entre gritos y silbidos por retraso,

arrancó el Ultramaratón de los Cañones











* Muchos competidores portaban cámara digital o celulares; “Si no tomas fotos, es como si no hubieras venido”

Gabriel Valencia Juárez

Guachochi, Chih.- Por el retraso de 15 minutos en la carrera de los 63 y 100 kilómetros en el Ultramaratón de los Cañones, edición 15, cientos de competidores protestaron con gritos y silbidos en la Plaza La Esperanza, ya que la salida oficial de la magna competencia de característica internacional, era a las 5 de la mañana, como desde hace quinde años se viene realizando puntualmente.

Citados los 320 competidores inscritos, entre ellos cuatros kenianos, rarámuris y mexicanos de diversos estados, en los 63 y 100 kilómetros, a las 4 y media de la madrugada del pasado sábado 16, empezaron a molestarse a los 5: 05 de la mañana, ya que llevaban un retraso de 5 minutos, y entre más pasaban los minutos de dilación, se incrementaba la inconformidad, hasta que a las 5:10 a.m., empezaron a gritar: “¡ya vámonos; ya estamos retrasados!”.

En tanto, los empleados de la presidencia Municipal, entre ellos el secretario del Ayuntamientos, Alfonso Arvizu y de Comunicación Social, encargados del evento, no se sorprendían ni por el retraso ni por la protestas de los corredores; por el contrario, se tomaban la “foto del recuerdo” con los atletas que encabezaban el contingente.

La inconformidad aumentó con más silbidos y gritos de “¡ya vámonos!”, mientras los flashazos de las cámaras digitales continuaban brillando en la oscuridad. No se supo del desorden ni los motivos del retraso, incluso a algunos regidores presentes, como la maestra María García, se les pregunto e ignoraron la demora.

Desesperados los competidores que estaban al frente del contingente, alzaron la voz, y motivaron a los corredores para que a las 5:15 de la mañana, se arrancara la carrera. Y así fue: a esa hora, los cientos de corredores salieron en estampida cubiertos con el manto oscuro de la madrugada con rumbo a las Barrancas de La Cumbrecita, para lo cual tuvieron que correr los primeros 20 de los 63 y 100 kilómetros, según su inscripción.

A las 5:30 a.m., los primeros competidores cruzaron la colonia Wizarochi, en donde había público observando la competencia, bajo una leve llovizna que caía a esa hora de la madrugada. A las 6 de la mañana, los corredores pasaron el primer puesto de control de

abasto en el entronque Otovachi-Sinforosa, y tomaban una botella con agua que a lo largo del camino iban tirando los embases.

En los primeros 20 kilómetros, había público serrano que observaba a los corredores, principalmente indígenas, que se apostaron en la ruta. A las 6:20 de la mañana, antes de llegar al entronque Cieneguitas-Sinforosa –donde estaba el puesto 2 de abasto-, una familia de indígenas de Bajío Las Palmas, tenía una fogata a un costado del camino, y uno de sus integrantes gritaba: “Échale ganas primo” y los atletas agradecían con saludos y “gracias”.

Los corredores en varias partes de la ruta, evadieron hoyos y charcos, en varios casos por el mal estado de la carretera, ya que un día antes había llovido en la Sierra de Guachochi. Varias mujeres-tewekes, rarámuris jóvenes con sus atuendos originales, corrían al unísono con los hombres. Lo mismo se observó de las mujeres mestizas-chabochis de otros estados de la república.

A las 6:30 de la mañana, entrevistamos a don Andrés Silvestre y su esposa Celia Talla Palma, ambos originarios de Ciénaga, una comunidad indígena rodeado de bosque y tierras fértiles, y manifestaron que desde las 6:00 a.m., estaban viendo a los corredores desde el exterior de su casa construida de madera, piedra y lámina. “Cada año por estas fechas, vemos a los corredores”, indicó Andrés Silvestre.

Al filo de las 6:50 de la mañana, llegamos en vehículo conducido por el profesor Ermilo Aguirre, al kilómetros 20 –La Cumbrecita-, donde estaba el puesto 3 de abasto y de identificación. Ahí los encargados del evento deportivo, ponían un listón al competidor que indicaba que había llegado al puesto y los identificaba como participante del XV Ultramaratón de los Cañones. Un kilómetro adelante a campo traviesa empezaba la bajada a la barranca. Se acababa el terreno plano.

“Si no tomas fotos, es como si no hubieras venido”

Con excepción de los indígenas, la mayoría de los corredores de ambos sexos, cargaban cámaras digitales para tomar fotos o video de los impresionantes paisajes de las Barrancas de la Sierra. Antes del descenso, muchos corredores convirtieron un punto en medio del monte, como lugar de “sesión de fotos” y luego continuaban su destino. Algunos corredores de ambos sexos se sorprendieron al ver la bajada después de correr 20 kilómetros en terreno plano. Empezaba lo difícil del terreno abrupto de la serranía.

“Si no tomas fotos, es como si no hubieras venido. ¿Cómo compruebas que viniste?”, expresó Jorge García de Los Mochis, Sinaloa, con el número 239 que compitió en los 63 kilómetros, que a las 7: 30 de la mañana, inició la bajada hacía las barrancas. Tomo fotos y video con fondo de las majestuosas barrancas y pidió que se le tomaran fotos con su cámara.

A las 7:39 de la mañana pasó por La Cumbrecita la última corredora. El personal de apoyo que estaba en el puesto 3, se retiro y se trasladó a la Sinforosa, y otros a recoger los embases de hule que dejaron los corredores a lo largo de la ruta del XV Ultramaratón de los Cañones.

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